La presentación de los nuevos
Samsung Gear S3 Frontier y Classic ha permitido conocer los nuevos integrantes de la familia de relojes inteligentes de Samsung, pero sobre todo ha dejado clara una cosa: que
la apuesta por Tizen sigue siendo muy fuerte en Samsung.
El anuncio de estos dispositivos se une al de la reciente presentación del
Samsung Z2, un smartphone de bajo coste específicamente orientado al mercado indio que también está basado en Tizen. Puede que en móviles Samsung lo tengo complicado ante el omnipresente Android, pero
las cosas no están tan claras en un segmento como el de los smartwatches en el que Android Wear no tiene esa misma posición privilegiada.
En móviles no hay oportunidad; en smartwatches, sí
Es cierto que la mayoría de relojes inteligentes están basados hoy en día en Android Wear, pero también lo es que la competencia en este mercado está mucho más abierta. Apple es la que más vendió en el segundo trimestre del año, y la única que se le acercó fue Samsung. Sin embargo
aquí se impuso la variedad, como indican los datos de IDC:
Esa tabla muestra cuatro plataformas distintas (watchOS, Android Wear, Tizen, Garmin) utilizadas por los cinco mayores fabricantes del momento, pero es que hay otros dispositivos
como los fabricados por Pebble o Sony -que acaba de presentar su
FES Watch, aunque no sea un reloj inteligente en toda regla- que también cuentan con sus propias apuestas en este sector.
Aunque es evidente que Android Wear es la principal alternativa a watchOS actualmente,
las cuotas de mercado se reparten mucho más que en el terreno de los smartphones, y es por eso por lo que propuestas como Tizen siguen teniendo sentido. La plataforma móvil de Samsung puede aprovechar el hecho de que ninguno de estos dispositivos destaca especialmente sobre el resto.
Los fabricantes deben demostrar que los relojes son algo más que hype
El problema esencial de este segmento es, como mostraban las cifras de IDC, que parece estar a la baja. Los relojes inteligentes se vendieron un 32% menos en el segundo trimestre de 2016 que en el mismo periodo de 2015 (Apple vendió un 55% de su cuota en ese tiempo), y los anuncios de dispositivos han disminuido de forma sensible.
Los fabricantes deben demostrar que los relojes son algo más que hype, y Tizen es la forma de Samsung de demostrar.
Aplicaciones e independencia del smartphone
Los relojes inteligentes son interesantes accesorios de un móvil, y a menudo sus usuarios destacan esa ventaja clara que ofrecen: uno saca menos el teléfono del bolsillo
gracias a las notificaciones que aparecen en estos dispositivos. Las aplicaciones comienzan a sacar partido de estos dispositivos, pero aun presumiendo de catálogo extenso -en Samsung afirman que hay ya
más de 10.000 aplicaciones para Tizen en relojes inteligentes- muchas de ellas son en realidad esferas (
watchfaces) que permiten personalizar el aspecto del reloj.
Sin embargo sigue ocurriendo lo mismo que cuando los relojes inteligentes aparecieron en el mercado: para muchos no acaba de haber una razón definitiva para invertir los 399 euros que por ejemplo cuesta el Samsung Gear S3. El problema puede estar precisamente en el hecho de que los relojes inteligentes y las plataformas que los controlan -Tizen incluida-
no ofrecen demasiada autonomía (entendida como independencia del teléfono).
Esa precisamente
es una de las claves con las que Tizen podría jugar en el futuro. Ya el año pasado vimos cómo los Gear S2 ofrecían una variante con tarjeta eSIM, y los nuevos Gear S3 Frontier también añaden conectividad LTE a través de una tarjeta de este tipo. Lamentablemente no estará disponible en Europa de momento, pero estas tarjetas ofrecen la clave para no depender del teléfono si no lo necesitamos durante periodos mucho más largos y en muchos escenarios en los que irremediablemente había que sacarlo del bolsillo.
Tanto Apple como Google parecen apuntar también a ese fututuro en el que los relojes inteligentes sean más independientes del teléfono. A la espera de lo que llegue con el Apple Watch 2 en los próximos meses, en Android Wear sí disponemos de smartwatches que han ofrecido también ese tipo de conectividad. Por ahora ni siquiera ese factor parece haber impulsado las ventas, pero lo cierto es que este tipo de capacidad y la limitada disponibilidad de las eSIM hacen que
aún haya mucho camino por recorrer en este sentido.
Más allá de los móviles y los relojes
Tizen ha ido evolucionando a lo largo de estos años con un comportamiento muy versátil: cuando nació en 2012 lo hizo con tintes de alternativa a Android en smartphones, pero desde ahí saltó tanto
a algunas Smart TVs como a relojes inteligentes con dispositivos como el sorprendente Gear S2 del año pasado.
En Tizen 3.0, la nueva versión de la plataforma que fue anunciada en abril en San Francisco, existe un
nuevo terreno por conquistar: la
Internet de las Cosas. Samsung estima que habrá 21.000 millones de dispositivos conectados en el mercado en 2020, y su plataforma es compatible con las
placas de desarrollo Artik.
La idea aquí es abarcar todas las plataformas -o casi-, y novedades como el soporte (por fin) de Bluetooth 4.2 o la inclusión de APIs para reconocimiento facial prometen ser muy útiles a los desarrolladores. Google
parece estar trabajando en Fuchsia para este ámbito, mientras que Microsoft
dispone de Windows 10 como gran apuesta a la hora de intentar
conquistar ese futuro hiperconectado.
Aquí las incógnitas son aún mayores que en el terreno de los relojes inteligentes: hay aún más plataformas y propuestas de todo tipo de fabricantes -Intel es
otra de las protagonistas- y lo que hemos visto hasta la fecha hace difícil pensar que esa resolución de la Internet de las Cosas esté tan cerca como nos quieren hacer creer. Si lo está hay una cosa clara:
Samsung y su Tizen intentarán estar en ella.
En Xataka |
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Noticia original:
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