Investigadores desarrollan una pulsera para ayudar a las personas con trastornos afectivos a controlar y comprender mejor sus sentimientos.
Hace una década, casi nadie podía predecir que millones de personas comprarían relojes inteligentes que no sólo indican la hora, sino que también leen los mensajes de texto, reproducen música, hacen un seguimiento de sus entrenamientos y comprueban la frecuencia cardiaca. Ahora, la siguiente generación de wearables, dispositivos tecnológicos que hasta hace poco eran simples complementos o ropa, está a la vuelta de la esquina. Entre ellos, por su potencial para ayudar a personas diagnosticadas con depresión, ansiedad y trastornos bipolares, destaca una pulsera inteligente capaz de “leer” las emociones.
Uno de los prototipos de pulsera inteligente capaz de leer las emociones del usuario (Paul Turner/Lancaster University)
Investigadores de la Escuela de Computación y Comunicaciones de la Universidad de Lancaster han trabajado con materiales inteligentes enprototipos de pulseras que cambian de color dependiendo del nivel de excitación emocional del usuario. "Conocer nuestras emociones y cómo podemos controlarlas son habilidades complejas que para mucha gente son difíciles de dominar", afirmó en un comunicado de prensa el coautor del estudio, Muhammad Umair.
"Queríamos crear prototipos sencillos y de bajo coste para ayudar a comprender los cambios emocionales en tiempo real. La idea es desarrollar tecnologías de autoayuda que la gente pueda utilizar en su vida cotidiana. Las pulseras pueden servir de puente entre la mente y el cuerpo, una manera de que la gente conecte con sus sentimientos y los comprenda mejor”.
Hasta ahora, el trabajo previo con estas tecnologías estaba centrado en gráficos y visualizaciones abstractas diseñadas para móviles, tablets u ordenadores de sobremesa. Umair y su equipo se han centrado, por contra, en dispositivos que se pueden llevar puestos y que no sólo proporcionan señales visuales, sino que también se pueden sentir a través de la vibración, una sensación de tirantez o un leve calor, sin necesidad de acceder a otros programas o aplicaciones externos.
Para diseñar las pulseras, los investigadores trabajaron con materiales termocrómicos, que cambian de color cuando se calientan. Un sensor de respuesta capta los cambios en la excitación a través de la respuesta galvánica de la piel, que mide su conductividad eléctrica. Cuando se activa, la respuesta es inmediata y constante, lo que demostró su efectividad entre los participantes en las pruebas, que llevaron las pulseras mientras jugaban, trabajaban, conversaban, veían películas o se relajaban.
Umair lo define así: "los participantes empezaron a prestar atención a sus respuestas emocionales en cada momento, dándose cuenta de que su estado de ánimo había cambiado y entendiendo qué era lo que estaba causando que el dispositivo se activara”.
De momento no se contempla su comercialización, pero es cuestión de tiempo que lleguen al mercado “lectores de emociones” que cambien según nuestro estado de ánimo. Así lo aseguran expertos consultados por la revista Time, que prevén la fabricación de camisetas con sensores capaces de monitorear nuestra fisiología y transmitirla al mundo que nos rodea. No se queda ahí su visión futurista: unos pequeños dispositivos en la tela de los hombros, conectados con el smartphone, proporcionarán un GPS sin necesidad de mirar ninguna pantalla. Funcionará a través de retroalimentación háptica, es decir, pequeños toques o vibraciones direccionales a izquierda o derecha que sentiremos en los hombros hasta llegar al destino deseado.
Hace una década, casi nadie podía predecir que millones de personas comprarían relojes inteligentes que no sólo indican la hora, sino que también leen los mensajes de texto, reproducen música, hacen un seguimiento de sus entrenamientos y comprueban la frecuencia cardiaca. Ahora, la siguiente generación de wearables, dispositivos tecnológicos que hasta hace poco eran simples complementos o ropa, está a la vuelta de la esquina. Entre ellos, por su potencial para ayudar a personas diagnosticadas con depresión, ansiedad y trastornos bipolares, destaca una pulsera inteligente capaz de “leer” las emociones.
Uno de los prototipos de pulsera inteligente capaz de leer las emociones del usuario (Paul Turner/Lancaster University)
Investigadores de la Escuela de Computación y Comunicaciones de la Universidad de Lancaster han trabajado con materiales inteligentes enprototipos de pulseras que cambian de color dependiendo del nivel de excitación emocional del usuario. "Conocer nuestras emociones y cómo podemos controlarlas son habilidades complejas que para mucha gente son difíciles de dominar", afirmó en un comunicado de prensa el coautor del estudio, Muhammad Umair.
"Queríamos crear prototipos sencillos y de bajo coste para ayudar a comprender los cambios emocionales en tiempo real. La idea es desarrollar tecnologías de autoayuda que la gente pueda utilizar en su vida cotidiana. Las pulseras pueden servir de puente entre la mente y el cuerpo, una manera de que la gente conecte con sus sentimientos y los comprenda mejor”.
Hasta ahora, el trabajo previo con estas tecnologías estaba centrado en gráficos y visualizaciones abstractas diseñadas para móviles, tablets u ordenadores de sobremesa. Umair y su equipo se han centrado, por contra, en dispositivos que se pueden llevar puestos y que no sólo proporcionan señales visuales, sino que también se pueden sentir a través de la vibración, una sensación de tirantez o un leve calor, sin necesidad de acceder a otros programas o aplicaciones externos.
Para diseñar las pulseras, los investigadores trabajaron con materiales termocrómicos, que cambian de color cuando se calientan. Un sensor de respuesta capta los cambios en la excitación a través de la respuesta galvánica de la piel, que mide su conductividad eléctrica. Cuando se activa, la respuesta es inmediata y constante, lo que demostró su efectividad entre los participantes en las pruebas, que llevaron las pulseras mientras jugaban, trabajaban, conversaban, veían películas o se relajaban.
Umair lo define así: "los participantes empezaron a prestar atención a sus respuestas emocionales en cada momento, dándose cuenta de que su estado de ánimo había cambiado y entendiendo qué era lo que estaba causando que el dispositivo se activara”.
De momento no se contempla su comercialización, pero es cuestión de tiempo que lleguen al mercado “lectores de emociones” que cambien según nuestro estado de ánimo. Así lo aseguran expertos consultados por la revista Time, que prevén la fabricación de camisetas con sensores capaces de monitorear nuestra fisiología y transmitirla al mundo que nos rodea. No se queda ahí su visión futurista: unos pequeños dispositivos en la tela de los hombros, conectados con el smartphone, proporcionarán un GPS sin necesidad de mirar ninguna pantalla. Funcionará a través de retroalimentación háptica, es decir, pequeños toques o vibraciones direccionales a izquierda o derecha que sentiremos en los hombros hasta llegar al destino deseado.