No es un wearable pero me parecio interesante lo que la tecnología a alcanzado en temsas de salud
Un grupo de investigadores australianos han desarrollado una píldora muy especial: al ingerirla lo que haremos es tragarnos un conjunto de sensores que permiten analizar nuestro sistema digestivo para evaluar si todo va bien ahí dentro.
El escatológico invento permitió por ejemplo estudiar las diferencias entre dietas ricas en fibra y diferenciarlas de las que no lo eran con una conclusión clara: el tiempo que esa píldora (y por extensión, el resto de comida que ingerimos) pasa en el esófago, el estómago o el intestino. Lo único malo, claro, es recuperarla tras hacer una visita al WC.
Una cápsula llena de sensores
Con este singular cápsula los investigadores obtienen una serie de lecturas que permiten analizar el estado del intestino y qué tipo de comidas podrían causar problemas.
Las primeras pruebas en humanos han permitido estudiar cómo se generan y circulan los gases que se generan durante la digestión según distintos tipos de comidas.
La membrana permeable permite a los distintos sensores recolectar datos sobre los niveles de CO2, O2 y H2.
En el interior de la cápsula de 26 mm de longitud y 9,8 mm de diámetro (no es precisamente pequeña) encontramos una serie de sensores que permiten medir la temperatura y los niveles de CO2, H2 y O2, además de una pequeña batería y un sistema de transmisión que permite que esos datos puedan llegar a un receptor para luego estudiarlos con detalle.
Las pruebas clínicas, interesantes
En las pruebas clínicas que se publicaron esta semana se revelaron los datos de los estudios en seis personas sin problemas de salud para diferenciar distitnas dietas. En una primera prueba de una dieta normal la píldora tardó 20 horas desde que entró hasta que salió, y pasó 4,5 horas en el estómago, 2,5 horas en el intestino delgado y 13 horas en el colon.
Estudio de la dieta alta en fibra
En otra de las pruebas se expuso a esas personas a una dieta alta en fibra (50 gramos al día) durante dos días, y dos semanas después se les hizo la misma prueba con una dieta baja en fibras (15 g al día) durante dos días. En la dieta alta en fibra la píldora pasó en 23 horas, aunque se recolectaron niveles elevados de O2 y bacterias que podrían afectar a la salud del intestino.
Resultado del estudio de la dieta baja en fibra: nótese cómo tras el primer día y medio se decidió que el sujeto ingiriese una dosis de fibra para que la píldora saliese por fin.
En el caso de la dieta baja en fibra, la píldora tardó más de tres días en hacer su recorrido, y pasó 13 horas en el estómago, 5,5 horas en el intestino delgado y nada menos que 54 horas en el colon. De hecho la persona que realizó la prueba tuvo que ingerir más fibra para que la cosa "se moviese". Los niveles de H2 habían caído notablemnete, lo que sugiere que hubo problemas con la fermentación. Tras la ingesta de esa dosis extra de fibra, esos niveles volvieron a subir.
Como indicaban los responsables del estudio, estas pruebas clínicas apuntaban a un "potencial destacable para ayudarnos a entender los aspectos funcionales del microbioma intestinal, su respuesta a cambios en la dieta, y su impacto en la salud".