Una de las tecnologías que hemos visto llegar a nuestro país en 2018 y que se van a terminar de normalizar en este 2019 es la de eSIM o tarjeta SIM virtual. Es el reemplazo de la SIM tradicional, que pasa de ser una tarjeta física a no requerir más que unos códigos para funcionar de forma virtual, sin la necesidad de integrar nada físico como hasta ahora.
Esta tecnología la hemos visto en algunos smartwatches, pero no haber estado reguladas en España hasta hace poco es lo que no les ha permitido incorporarse al mercado. Ahora, ya integradas, solo dependen de que nuestro terminal sea compatible con ellas. La carrera hasta aquí ha sido larga.
La primera ventaja es obvia: una preocupación menos en cuanto a si nuestra SIM se pierde, o se deteriora, o a tener que esperar que nos llegue una en casa de que algo le haya ocurrido a la nuestra. En esa línea también está que las portabilidades, a priori, deberían ser aún más rápidas, puesto que se omite uno de los pasos que más dependía de plazos de las tiendas o los envíos por mensajería.
Además de eso, es un valioso espacio que podemos ganar en nuestros teléfonos. De momento, y durante un buen tiempo, los terminales seguirán llegando con la ranura habitual, pero es de esperar que en cuanto esto se normalice y todas las operadoras lo tengan disponible, empiecen a desaparecer. Y en un producto donde la miniaturización es primordial para ofrecer más en menos, ese espacio puede ser muy valioso.
Otro beneficio de cara al usuario es que tenemos mayor flexibilidad para jugar con tarifas de distintas compañías que nos interesen más para nuestro uso particular. Por ejemplo, una tarifa únicamente 4G con una gran cantidad de datos pero sin voz, y otra muy económica sin datos pero con llamadas ilimitadas. Hasta ahora era solo posible con terminales con doble ranura SIM, ahora, a priori, esto puede ir mucho más allá.
La gran utilidad, sobre todo, es para otros dispositivos más pequeños donde una SIM física no quepa o, si cabe, es con muchos compromisos. Un reloj inteligente, por ejemplo. El Gear S de Samsung (2014) es un ejemplo perfecto de lo que ocurre al meter una SIM en un reloj: se hace gigantesco. Con las eSIM, tanto Samsung como otras marcas han conseguido medidas mucho más discretas.
Orange, Vodafone, Movistar, O2 y Pepephone ya ofrecen eSIM, aunque en algunos casos todavía centrándose en dispositivos concretos (básicamente, los iPhone de 2018) y con usos algo limitados. Por ejemplo, no poder usarse en un reloj inteligente o no poder utilizarse como multiSIM para compartir tarifa entre el smartphone y la tablet, por dar un ejemplo.
Como ocurrió en el pasado con tarifas de datos o servicios como las videollamadas y los MMS, es de esperar que el rumbo de las operadoras acabe normalizando estas opciones hasta que sean un servicio plenamente integrado en su oferta, sin asteriscos ni limitaciones.
Esta tecnología la hemos visto en algunos smartwatches, pero no haber estado reguladas en España hasta hace poco es lo que no les ha permitido incorporarse al mercado. Ahora, ya integradas, solo dependen de que nuestro terminal sea compatible con ellas. La carrera hasta aquí ha sido larga.
La primera ventaja es obvia: una preocupación menos en cuanto a si nuestra SIM se pierde, o se deteriora, o a tener que esperar que nos llegue una en casa de que algo le haya ocurrido a la nuestra. En esa línea también está que las portabilidades, a priori, deberían ser aún más rápidas, puesto que se omite uno de los pasos que más dependía de plazos de las tiendas o los envíos por mensajería.
Además de eso, es un valioso espacio que podemos ganar en nuestros teléfonos. De momento, y durante un buen tiempo, los terminales seguirán llegando con la ranura habitual, pero es de esperar que en cuanto esto se normalice y todas las operadoras lo tengan disponible, empiecen a desaparecer. Y en un producto donde la miniaturización es primordial para ofrecer más en menos, ese espacio puede ser muy valioso.
Otro beneficio de cara al usuario es que tenemos mayor flexibilidad para jugar con tarifas de distintas compañías que nos interesen más para nuestro uso particular. Por ejemplo, una tarifa únicamente 4G con una gran cantidad de datos pero sin voz, y otra muy económica sin datos pero con llamadas ilimitadas. Hasta ahora era solo posible con terminales con doble ranura SIM, ahora, a priori, esto puede ir mucho más allá.
La gran utilidad, sobre todo, es para otros dispositivos más pequeños donde una SIM física no quepa o, si cabe, es con muchos compromisos. Un reloj inteligente, por ejemplo. El Gear S de Samsung (2014) es un ejemplo perfecto de lo que ocurre al meter una SIM en un reloj: se hace gigantesco. Con las eSIM, tanto Samsung como otras marcas han conseguido medidas mucho más discretas.
Orange, Vodafone, Movistar, O2 y Pepephone ya ofrecen eSIM, aunque en algunos casos todavía centrándose en dispositivos concretos (básicamente, los iPhone de 2018) y con usos algo limitados. Por ejemplo, no poder usarse en un reloj inteligente o no poder utilizarse como multiSIM para compartir tarifa entre el smartphone y la tablet, por dar un ejemplo.
Como ocurrió en el pasado con tarifas de datos o servicios como las videollamadas y los MMS, es de esperar que el rumbo de las operadoras acabe normalizando estas opciones hasta que sean un servicio plenamente integrado en su oferta, sin asteriscos ni limitaciones.